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Obtienen cosas muy diferentes, y mucho peores de las que imaginaron en su país.

Aunque al principio bien. La gente en Occidente tiene conciencia social, (ellos también lo saben), y les atendemos. Multitud de ONGs que dependen de su iniciativa y de la financiación de la gente particular, mucho mas que los gobiernos, les atendemos. Unos rescatándolos en el mar, otros recogiendo alimentos, ropa, dándoles cobijo, etc. En suma, tratándoles con humanidad. Pero pasados unos meses donde hay de todo a su disposición, y todo es gratis, llega otra vez la cruda realidad de ver como los recién llegados los desplazan del sistema de acogida, y de  tener que apoyarse para buscar empleo en conocidos y otras ONGs para poder sobrevivir, y en definitiva enfrentarse a la dura realidad de tener que ganar un sueldo partiendo de una posición muy mala, y muchas veces, volver a caer de nuevo en mafias que los explotan, ya sin el paraguas de acogida.

En Occidente tenemos una economía de mercado en el que el sueldo "tiende", o se parece al Valor Marginal de la Producción del trabajador. Es decir, que el sueldo está en función de la capacidad de producción del individuo, y ésta es, en un inmigrante recién llegado, muy escasa, luego el sueldo habrá de ser lo mismo, solo ya por esa causa. Si a esto añadimos los problemas del idioma y la necesidad imperiosa de sobrevivir, la desorientación y el desarraigo, se convierten en candidatos perfectos a la explotación de todo tipo, con contratos ilegales y de miseria, aqui, entre nuestras casas. Y demasiadas veces, en condiciones infrahumanas, y de semi esclavitud.

Y aunque muchos se organizan pasado el tiempo, y acaban plantando cara al infortunio, no ven para nada, cumplidas sus expectativas, porque aunque una parte de la sociedad les ayude, esto es limitado, y el mercado y las mafias acaban explotándoles.